El movimiento de las plantas

Aprendemos desde la infancia que el mundo vegetal carece de movimiento. Las plantas, se nos repite, están vivas pero fijas al suelo y sus procesos metabólicos suceden desde allí. Quizá suceda, como es común, que un mismo concepto nos sirva para determinar distintos resultados, modificando su mecánica más no su función

Las plantas se mueven aunque de un modo distinto al de otros reinos: lo necesitan para reaccionar adecuadamente a su entorno al buscar protección, alimento o reproducción

Resulta evidente que las plantas cambian constantemente de posición mediante giros, elongaciones, doblajes. El ritmo suele ser tan lento que es difícil de percibir, pero allí está. Ya que las plantas no pueden andar lejos de la tierra, han evolucionado para lograr que otros seres lo hagan por ellas. Las alianzas con insectos, aves y otros animales polinizadores, logran transportar sus células sexuales (pólenes) provocando la fecundación y por tanto la reproducción de la planta. También en el caso de las plantas primitivas, como los helechos, que a través de esporas aprovechan la mecánica eólica para expandirse, dan muestra del compromiso con el movimiento a pesar de su quieta realidad

¿No es curioso que precisamente sea la capacidad de lograr el movimiento de otros el que determine destino de las plantas?

A finales del siglo XVIII, el naturalista alemán Christian Konrad Sprengel descubrió que las flores no eran para los humanos sino para los insectos. La amalgama relacional entre la flor y el insecto es tal, que la supervivencia de ambos está intrínsecamente relacionada con las alianzas que logren establecer. La flor provee el azúcar de su néctar y las proteínas de su polen, mientras que el insecto asegura la supervivencia de la especie vegetal transportando el polen de una flor a otra, favoreciendo la fecundación. Las flores entonces, portan los colores, las profundidades y las formas (mira este caso) que habrán de favorecer las visitas de dichos insectos

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Tropismos

¿Sabes qué movimientos puedes esperar de tus plantas? Estos son algunos:

 Fototropismo: movimiento de una planta hacia o en contra de la luz solar. En muchas de nuestras plantas de interior lo podemos ver cuando alargan o tuercen sus tallos hacia la luz. Por eso es importante colocar nuestras plantas a una correcta distancia de la iluminación y en caso de requerirlo, girar el tiesto hacia la luz de cuando en cuando.

Movimiento nástico: es la reacción frente a un estímulo externo como en el caso de la mimosa al ser tocada, la flor de la portulaca grandiflora que se cierra durante noche o las plantas carnívoras que cierran sus “fauces” cuando algún estímulo exterior las alcanza.

Tigmotropismo: es el movimiento direccional de crecimiento de las plantas ya sea para alcanzar algún objeto del exterior o para evitarlo. El ejemplo más sencillo de tigmotropismo es el de las plantas “trepadoras”, donde los tallos cambian de dirección buscando un soporte para su crecimiento. En el tigmotropismo negativo, las raíces pueden cambiar de dirección para evitar obstáculos al interior de la tierra donde habrá de expandirse

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